Tiene 18 metros cuadrados y 17 toneladas de acero, ha costado medio millón de euros y “atraerá nuevas inversiones” de empresas para la Universidad de Valladolid
El vicepresidente de la Junta, Tomás Villanueva, y el vicerrector de Desarrollo e Innovación de la Universidad de Valladolid, Daniel Miguel, visitaron hoy las instalaciones del Instituto Universitario de Oftalmobiología Aplicada para conocer la “primera cámara de ambiente controlado del mundo”. Así lo explicó el director del IOBA, José Carlos Pastor, que comentó que este recinto permitirá “mejorar los medicamentos, los tratamientos y los diagnósticos” relacionados con problemas oculares como el síndrome del ojo seco.
Según comentó Pastor, los “potenciales clientes” de este nuevo servicio del IOBA podrán ser “firmas que fabriquen lentes de contacto y líquidos de mantenimiento de las lentillas, empresas que tengan colirios o compañías que trabajen sobre alergias”, entre otras. “Todas las empresas farmacéuticas deben estar interesadas en esta cámara”, destacó.
Así, explicó que el investigador y vicepresidente de Allergan, Michael E. Stern, que está tarde recibirá el premio Díaz-Caneja de la UVa, ha sugerido al Instituto que establezcan contacto con compañías como Boeing, Airbus o la Nasa, que podrían estar interesadas en el desarrollo de investigaciones relacionadas con la cámara. “Cuando una persona viaja a Estados Unidos, por ejemplo, pasa ocho o nueve horas en un avión que tiene muy poca humedad, para proteger los sistemas eléctricos del avión de la condensación, y muy poca presión. En esas condiciones la gente sufre mucho con los ojos, y nosotros vamos a poder reproducirlas para mejorar las condiciones de los vuelos”, argumentó Pastor.
La cámara de ambiente controlado está ubicada en el sótano del IOBA, tiene una superficie útil de 18 metros cuadrados y en su construcción se han empleado 17 toneladas de acero. Su objetivo principal es permitir que a través de ella puedan realizarse todo tipo de ensayos de nuevos fármacos y soluciones oftalmológicas, calibrando y controlando las características ambientales (grado de humedad, presión y temperatura) que se consideran indispensables para probar la bondad y la inocuidad del producto o medicamento que se somete a ensayo. “Va a ser muy útil, por ejemplo, para averiguar la tolerancia a lentes de contacto, fármacos para ojo seco, alergias y un montón de cosas más”, precisó Pastor.
Tomás Villanueva, por su parte, se mostró convencido de que “se puede generar actividad económica de empresa en torno a la capacidad científica del IOBA. Eso es el futuro y ésta es una realidad”. “Ayer tuvimos la suerte de contemplar el coche eléctrico y eso, como esta cámara, es el futuro, lo que se denomina el cambio en la estructura productiva y la economía sostenible de la que tanto se habla. Son procesos muy lentos, el profesor Pastor lleva desarrollando este proyecto con su equipo alrededor de diez años y, por lo tanto, el cambio del sector de la construcción a las nuevas tecnologías, a la aplicación en la práctica y a poner en valor el conocimiento es un proceso lento, pero real”, argumentó antes de comprometerse a “apoyar inversiones y a aproximar empresas que nos van a dar más oportunidades de empleo cualificado en la Comunidad”.
Según comentó el director gerente del IOBA, Pablo Barber, el coste aproximado de la cámara ha sido de medio millón de euros, y la mitad de ese presupuesto ha llegado del Ministerio de Ciencia e Innovación, a través del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), con el resto de la aportación por parte de la Universidad y de inversores privados como la multinacional farmacéutica norteamericana Allergan.
Por su parte, Stern aclaró que “para nosotros es bastante fácil describir a los pacientes que tienen problemas, pero los más interesantes son los pacientes en los que están en el borde, aquellos a los que, con condiciones adversas, se les puede desencadenar sintomatología. Los primeros proyectos que se pongan en marcha con la cámara deben ir encaminados a intentar identificar a esas personas que están justo en el límite de la normalidad, pero que cuando se encuentran en condiciones adversas pasan a tener sintomatología”.
Asimismo, Pastor explicó que en unos meses se harán públicos los primeros resultados conseguidos con la cámara, y que se comenzará a trabajar con pacientes reales de forma inmediata. “Este proyecto supone poner en valor todo el conocimiento que tiene la Universidad. Estoy convencido de que gracias a él vamos a ser capaces de atraer nuevas inversiones, que además son inversiones de un alto contenido tecnológico, y absolutamente imposibles de deslocalizar, porque esa cámara la puede construir quien quiera, pero a ver quién tiene el conocimiento para manejarla y las relaciones con las empresas que tenemos nosotros”, declaró.
Actualmente, todos los ensayos clínicos se realizan sin condiciones ambientales estandarizadas, por lo que es posible que determinados resultados usados por la industria farmacéutica no reflejen de forma precisa lo que ocurre en el entorno cotidiano. La ejecución de ensayos clínicos en condiciones ambientales estandarizadas dentro de una Cámara de Ambiente Controlado permitirá evaluar de forma mucho más precisa la influencia de esos fármacos y elementos, evitando una fuente de errores importante.